12.25.2023

El paseo en nuestros invernaderos - Ponge

 Oh, drapeados de palabras, ensamblajes del arte literario, oh macizos, oh plurales, jardines de vocales coloridas, decorados de renglones, sombras de la letra muda, soberbios bucles de las consonantes, arquitecturas, adornos de los puntos y de los signos breves, jayúdenme! Ayuden al hombre que ya no sabe bailar, que ya no conoce el secreto de los gestos, y que ya no tiene la valentía ni la ciencia de la expresión directa por medio de los movimientos.


Sin embargo, gracias a ustedes, reservas inmóviles de impulsos sentimentales, reservas de pasiones sin duda comunes a todos los civilizados de nuestra Época, quiero creer que pueden comprenderme, que soy comprendido. Concéntrense, relajen sus capacidades, y que la elocuencia en la lectura imprima tantos trastornos y deseos, puestas en marcha, estímulos, como el micrófono más sensible en el oído del oyente. Un aparato, pero profundamente sensible.


Divina necesidad de la imperfección, divina presencia de lo imperfecto, del vicio y de la muerte en los escritos, vengan también en mi ayuda. Que la impropiedad de los términos permita una nueva inducción del humano en medio de signos ya demasiado apartados de él y demasiado resecos, demasiado pretenciosos, demasiado presuntuosos. Que todas las abstracciones sean corroídas internamente y como fundidas por el secreto calor del vicio, causado por el tiempo, por la muerte y por los defectos del genio. Por último, que no podamos creer con certeza en ninguna existencia, en ninguna realidad, sino tan sólo en algunos profundos movimientos del aire al paso de los sonidos, en alguna asombrosa decoración del papel o del mármol por el trazo del estilo.


Oh huellas humanas de brazos extendidos, oh sonidos originales, monumentos de la infancia del arte, casi imperceptibles modificaciones físicas, CARACTERES, objetos misteriosos perceptibles sólo mediante dos sentidos y sin embargo más reales, más simpáticos que signos -quiero acercarlos a la sustancia y alejarlos de la cualidad. Quiero hacer que los amen por ustedes mismos antes que por sus significados. Y elevarlos finalmente a una condición más noble que la de simples designaciones.


1919

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