10.09.2023

EL CICLO DE LAS ESTACIONES

Cansados de haberse contraído todo el invierno, los árboles de golpe se jactan de ser crédulos. Ya no pueden contenerse: sueltan sus palabras, un torrente, un vómito verde. Tratan de llegar a una foliación completa de palabras. ¡Qué se le va a hacer! ¡Se ordenará como se pueda! ¡Pero se ordena, en realidad! No hay libertad alguna en la foliación... Lanzan, al menos así lo creen, palabras cualesquiera, lanzan tallos para colgar aún más palabras: nuestros troncos, piensan, están ahí para asumirlo todo. Se esfuerzan en ocultarse, en confundirse unos entre los otros. Creen poder decirlo todo, cubrir completamente el mundo con palabras variadas: no dicen más que "los árboles". Incapaces incluso de retener a los pájaros que vuelven a irse de ellos, cuando se regocijaban por haber producido flores tan extrañas. Siempre la misma hoja, siempre el mismo modo de desarrollo, y el mismo límite, siempre hojas simétricas a sí mismas, simétricamente colgadas. ¡Intenta una hoja más!-¡La misma! ¡Otra más! ¡La misma! En suma, nada podría detenerlos sino esta súbita observación: "No se sale de los árboles por medio de árboles". Un nuevo cansancio y un nuevo giro moral. "Dejemos que todo esto se ponga amarillo y caiga. Que venga el estado taciturno, el despojamiento, el OTOÑO".

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