Cuando manejamos, de noche,
por la larga ruta
a Provincetown, y por kilómetros
no hay un alma, cuando estamos cansadas,
cuando los edificios
y los pinos pierden
su aspecto familiar
nos imagino elevándonos
por encima del auto que acelera
nos imagino viendo
todo desde otro lugar - la cima
de las pálidas dunas
o los campos de mar
profundos, sin nombre -
y lo que vemos es el mundo
que no puede guardarnos
pero que nosotras sí podemos guardar
y lo que vemos es nuestra vida
moviéndose
por los oscuros bordes
de cada cosa — los faros
como linternas
barriendo la negrura -
creemos en miles
de cosas frágiles, improbables,
nos cuidamos del dolor
nos demoramos en la felicidad
hacemos las maniobras correctas
hasta los médanos enormes
directo hacia el mar
las olas eléctricas
las calles angostas, las casas,
el pasado, el futuro,
la puerta de nuestra casa se abre
para vos y para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario