Todo el día
los lagartos
se arrastraban pesadamente adentro
y afuera del agua, las garzas
en los árboles
peinaban sus hombros blancos,
los buitres
flotaban rozando las nubes
sin apuro-
tarde o temprano siempre
los círculos misteriosos
se cierran.
Yo había soñado con un lugar así
pero esta era mi primera visita
a los parques frondosos, a ese estado de la mente
que llaman Florida. Los arroyos corrían
por todas partes
entre densos manglares.
Me detuve en uno
a beber, y adentro mío
el agua susurró: Ahora tenés, como nosotros,
un millón de años.
Pero al mismo tiempo
las enormes flores enceradas
de los arbustos a mi alrededor, cuyos nombres
yo ignoraba,
asentían en el viento y suspiraban:
¡Nacé, nacé! Y supe que
fuera cual fuese mi lugar en este jardín
no era ser lo que yo siempre había sido -
la jardinera.
Por todas partes, los reptiles se revolcaban
mientras los pájaros estallaban en himnos
celestiales de canto tempestuoso, y los buitres
flotaban como ángeles negros y claramente nada
necesitaba ser salvado.
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