6.20.2012

Crimenes perfectos

En los países que sufrieron las limpiezas políticas se han producido esfuerzos colectivos para aceptar esta historia violenta: comisiones de la verdad, excavaciones de tumbas anónimas y el comienzo de los juicios por crímenes de guerra contra los culpables. No obstante, las juntas latinoamericanas no actuaron solas: recibieron el apoyo, antes y después de los golpes, de Washington (tal como se ha documentado ampliamente). Por ejemplo, en 1976 -año en que se produjo el golpe de Estado en Argentina-, cuando miles de jóvenes activistas fueron arrancados de sus casas, la Junta tuvo el apoyo económico de Washington ("Si hay cosas que hacer, deberían hacerlas cuanto antes", dijo Kissinger). Aquel mismo año, Gerald Ford era el presidente, Dick Cheney era jefe del Estado Mayor, Donald Rumsfeld era secretario de Defensa, y el ayudante ejecutivo de Kissinger era un ambicioso joven llamado Paul Bremer. Estos hombres no se enfrentaron nunca a un proceso de verdad y justicia por su apoyo a las juntas y siguieron disfrutando de carreras largas y prósperas; tan largas que tres décadas más tarde seguían en activo para poner en marcha un experimento sorprendentemente similar, aunque mucho más violento, en Irak.

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