6.12.2012

El mundo o usted

No parece que las predicciones del "final de la ideología", extendida y ampliamente aceptada hace unos veinte años, tuvieran razón ni vayan camino de tenerla. Lo que podemos ver ahora, más bien, es que tienen lugar un curioso giro hacia la idea de "ideología". En desafío a una larga tradición, la ideología defendida en la actualidad, desde arriba para uso popular, es una creencia de que pensar en una "totalidad"  y componer visiones de una "buena sociedad" es una pérdida de tiempo, ya que son irrelevantes para la felicidad individual y para el éxito de la vida.

La ideología del nuevo tipo no es una ideología privatizada. Esta idea sería un oxímoron, ya que, sin un referendo público masivo, sería inalcanzable un suministro de seguridad y autoconfianza, que es el tour e force de las ideologías y la condición principal de su capacidad de seducción. Se trata más bien de una ideología de privatización. Apta sólo para uso individual, elimina y sustituye las llamadas del pasado a "pensar en la sociedad" y "preocuparse por la sociedad" (por una comunidad, nación, iglesia o causa). Sarkozy no es el primero que intenta desencadenar o acelerar este cambio; la prioridad pertenece más propiamente al memorable anuncio de Margaret Thatcher: "No existe lo que se llama sociedad. Hay hombres y mujeres individuales y hay familias".

Se trata de una nueva ideología para la nueva sociedad individualizada, de la que Ulrich Beck ha escrito que ahora se espera, se empuja y se tira de los hombres y mujeres individuales para que busquen y encuentren soluciones individuales a problemas creados socialmente y pongan los medios para llegar a estas soluciones individualmente utilizando habilidades y recursos individuales. Esta ideología proclama la inutilidad (en realidad, la contraproductividad) de la solidaridad: de unir fuerzas y subordinar las acciones individuales a una "causa común". Ridiculiza el principio de la responsabilidad comunal por el bienestar de sus miembros, condenándolo como una receta de un "Estado paternalista" debilitador y advirtiendo de que el cuidado de otros lleva a una "dependencia" aborrecible y detestable.

Se trata también de una ideología hecha a la medida de la nueva sociedad de consumidores. Representa el mundo como un almacén de objetos de consumo potenciales, la vida humana como una búsqueda perpetua de gangas, su propósito como la máxima satisfacción de consumidor, y el éxito en la vida como un aumento del propio valor de mercado del individuo. Ampliamente aceptada y firmemente adoptada, desestima distintas filosofías de la vida con un simple "No hay alternativa" (NOAL). Tras degradar y hacer callar a sus competidores, se convierte verdaderamente, en la memorable expresión de Pierre Bourdieu, en la pensée unique.

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