12.27.2011

La pasión de la razón

El horror de la primer guerra mundial surgió, en apariencia, de la combinación de una serie de accidentes y una serie de planes de guerra, cada uno desarrollado con meticulosidad y precisión científica por los máximos expertos de los ejércitos más avanzados, modernos y mejor equipados del rincón más progresista del planeta, todos ellos supremamente racionales y calculados en extremo para que las hostilidades fueran breves y prácticamente sin derramamiento de sangre y produjeran unos resultados tan decisivos como rápidos. Sin embargo, lo que salió de esta mezcla de planificación humana y accidentes provocados por el hombre no aparecía en los planes de nadie. Nadie planeó una matanza como aquella ni una masacre mutua de cuatro años... y ésta tal vez sea la más chocante y horripilante de las revelaciones chocantes y horripilantes de la Gran Guerra. Aquel acontecimiento truculento no se programó ni se diseñó ni se previó, y ni siquiera se creía que pudiera ser concebible. Y los medios seleccionados para servir las tareas no planificadas resultaron inadecuados y terriblemente ineficientes, o en realidad, inútiles.

No es que los cálculos resultaran erróneos, porque los cálculos erróneos pueden corregirse, y corregirlos puede ser una empresa útil y al serevicio de la racionalidad, ya que la gente suele aprender de los errores y de este modo su futuro se vuelve menos propenso a accidentes y disparates. Fue más bien la idea de que, con el conocimiento y la tecnología suficientes, el futuro puede calcularse y pueden asegurarse los objetivos agudizando los medios, lo que fue consignado a la tumba en los campos de muerte del Somme, Verdún y eleste de Prusia... Lo que fue asesinado y enterrado en las tumbas masivas junto a millones de soldados fue la confianza de Europa en sí misma y la fe de la gente civilizada en la victoria de la razón sobre las pasiones, su confianza en la sabiduría y la benevolencia de la historia y su convencimiento tranquilizador y amable de un presente seguro y un futuro garantizado.

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