10.29.2011

Los chicos también se divierten

Tras el golpe, Rusia cayó bajo un régimen de gobierno dictatorial libre de obstáculos: sus órganos electos fueron disueltos, se suspendió el Tribunal Constitucional y la constitución, los tanques patrullaban las calles, se declaró el toque de queda y la prensa tuvo que enfrentarse a una censura omnipresente, aunque los derechos civiles fueron restablecidos en breve.
¿Qué hicieron los de Chicago y sus asesores accidentales en aquel momento crítico? Lo mismo que cuando ardía Santiago de Chile y lo mismo que harían cuando la que ardiese fuese Bagdad: libres, por fin, de la intermediación de la democracia, se dieron un festín de nuevas leyes. Tres días después del golpe, Sachs advertía que, hasta aquel momento, "no había habido una terapia de shock", porque el plan "sólo se había puesto en práctica de forma incoherente e intermitente. Ahora sí que tenemos la oportunidad de hacer algo", dijo.
¡Y vaya si lo hicieron" "Estos días, el equipo económico liberal de Yeltsin está en racha", informaba Newsweek. "Al día siguiente de que el presidente ruso disolviera el parlamento, los reformadores encargados de instaurar una economía de libre mercado recibieron la orden: empiecen a redactar decretos." La revista mencionó la presencia de un "alborozado economista occidental que colabora[ba] estrechamente con el gobierno" y  que dejó muy claro que, en Rusia, la democracia siempre había sido un estorbo para el plan de liberalización: "Ahora que el parlamento ha dejado de interponerse, es un gran momento para la reforma. [...] Los economistas de aquí estaban muy deprimidos. Ahora trabajamos día y noche". Al parecer, nada parece tan alentador como un golpe de Estado, a juzgar por las declaraciones de Charles Blitzer, economista principal del Banco Mundial para la zona de Rusia, al Wall Street Journal: "Nunca me he divertido tanto en mi vida".

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