1.18.2021

Avance rápido

Cuando alguien me contó que en el momento en el que creyó que iba a morir, su vida entera desfiló frente a sus ojos (le estaban apoyando una pistola en la sien), yo pensé en las filmaciones que a veces pasan en los casamientos, donde vemos al novio a los dos años bañándose desnudo en la pileta de la cocina, o a los seis, vestido de guardapolvo, al empezar las clases, o a la novia en su fiesta de egresados o recibiéndose de contadora, como si fuera una secuencia lógica que condujese irremediablemente al desenlace conocido. Pero si me pusiera imaginar mi muerte, no creo que los hitos de mi vida pasen en sucesión por mi cabeza en el momento previo; se me ocurre que a lo sumo sería una seguidilla de instantes compilados al azar que compartieran una misma atmósfera de desconcierto, confusión y tedio: como una película extranjera, de esas sin trama y llenas de silencios, puesta en avance rápido, de forma que no se lean siquiera los subtítulos.

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