8.22.2012

Humillar o matar

La alternativa al reconocimiento social es la negación de la dignidad: la humillación. En la reciente definición de Dennis Smith, "el acto es humillante si anula o contradice enérgicamente la afirmación que los individuos particulares [...] hacen sobre quiénes son y dónde y cómo encajan"; dicho de otro modo, si se niega a los individuos explícita o implícitamente, el reconocimiento que esperaban para la persona que son y el tipo de vida que viven, y si se les niegan los derechos que les corresponderían o que continuarían correspondiéndoles después de este reconocimiento. Una persona se siente humillada cuando, a ella o él, se le "muestra brutalmente, mediante palabras, acciones o acontecimientos, que no puede ser quien cree que es [...] La humillación es la experiencia de ser derribado, oprimido, reprimido o empujado hacia fuera".

Esta sensación genera resentimiento. En una sociedad de individuos como la nuestra, podría decirse que éste es el tipo más ponzoñoso e implacable de resentimiento que una persona puede sentir y la causa más común y prolífica de conflicto, disensión, rebelión y sed de venganza. La negación de reconocimiento, el rechazo de respeto y la amenaza de exclusión han sustituido la explotación y la discriminación como las fórmulas más usadas comúnmente para explicar y justificar los agravios que los individuos pueden sentir hacia la sociedad, o hacia secciones o aspectos de la sociedad a los que están directamente expuestos (personalmente o a través de los medios de comunicación) y que experimentan de primera mano.

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