2.14.2012

Nada que ocultar

Muchas de las tecnologías que se aplican en la actualidad en la guerra contra el terror -identificación biométrica, videovigilancia, rastreo en la Red, recopilación de datos-, vendidas por empresas como Verint Systems, Seisint, Accenture y ChoisePoint, se desarrollaron en el sector privado antes del 11 de septiembre para crear perfiles detallados de los clientes y abrir nuevas perspectivas para el micromarketing. Además, prometían reducir el número de empleados en supermercados y centros comerciales porque los documentos de identidad biométricos, combinados con las tarjetas de crédito, eliminarían la necesidad de pasar por caja. Cuando el malestar generalizado ante estas tecnologías de Gran Hermano detuvo el avance de muchas de estas iniciativas, las empresas comercializadoras y los proveedores se desanimaron. El 11 de septiembre acabó con este callejón sin salida: de repente, el miedo al terrorismo era mayor que el miedo a vivir en una sociedad vigilada. Así, la misma información extraída de las tarjetas de crédito o de las tarjetas de "fidelidad" se puede vender no sólo a una agencia de viajes o a Gap a modo de datos de marketing, sino también al FBI como datos de seguridad. Y todo ello abanderando un "sospechoso" interés por los teléfonos móviles "de pago por uso" y los viajes a Oriente Medio.

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