1.28.2012

Perturbación y cambio II (en el ahora)

Las perturbaciones de este tipo, en nuestros tiempos, son anomalías. O más bien al contrario: convertidas en la dieta diaria, sólo son emocionantes o temibles durante unos días, hasta que los presentadores de televisión, conteniendo la respiración, anuncian la llegada del siguiente acontecimiento "histórico" o "revolucionario" y aparece publicado en las portadas de los periódicos, sólo para eliminarse poco después de la atención del público por otro lote de acontecimientos "sensacionales" y "sin precedentes". Hoy la idea de una "perturbación" se ha trivializado. En cada ejemplar de una revista ilustrada hay algo no sobre una sino sobre un montón de cosas de las que el día antes no se sabía nada pero que están destinadas a ser "revolucionarias", a "cambiar la vida" de algunos individuos que están en primer plano y así, por poderes, de todos los que los ven.

A un nivel ligeramente más serio, el mundo moderno líquido se encuentra en un estado de revolución permanente, un estado que no admite las revoluciones excepcionales de "acontecimiento singular" recordadas de la época de la modernidad "sólida". Si todavía se puede hablar hoy de "revoluciones", es restrospectivamente: cuando, mirando atrás, nos damos cuenta de que se han acumulado suficientes cambios pequ3eños y aparentemente insignificantes para producir una transformación cualitativa, no sólo incremental, en la condición humana. Desprovista de los referentes prístinos, la idea de "revolución" se ha trivializado: escritores y publicitarios la usan y abusan de ella diariamente al presentar cualquier producto "nuevo y mejorado" como "revolucionario".

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