12.05.2011

Teoría de la Crisis

En 1995, el discurso político en la mayoría de las democracias occidentales estaba ya saturado de referencias a muros de deuda y a la posibilidad de un colapso económico inminente, así como de peticiones de recortes más drásticos del gasto público y de procesos de privatización más ambiciosos, y los think tanks friedmanitas se situaban a la vanguardia de toda aquella ofensiva, anunciando crisis por todas partes. En las instituciones financieras más poderosas de Washington, sin embargo, existía la voluntad no sólo de crear una sensación de crisis aparente a través de los medios de comunicación, sino de tomar medidas concretas para generar crisis auténticas  Dos años después de los comentarios de Williamson sobre la idoneidad de "avivar" las crisis, Michael Bruno, economista principal del Banco Mundial en el ámbito de la economía del desarrollo, se hizo eco en público de esa misma linea de argumentación sin atraer tampoco la atención ni el escrutinio de los medios. En una conferencia impartida ante la International Economic Association en Túnez, en 1995, Bruno informó a los quinientos economistas allí congregados (procedentes de 68 países) que cada vez existía un consenso más extendido en torno a "la idea de que una crisis suficientemente amplia podría conseguir impresionar hasta tal punto a los decisores políticos de un país que éstos se decidieran finalmente por instaurar reformas destinadas a potenciar la productividad". Bruno señaló a América Latina como "ejemplo destacado de crisis profundas que aparentemente han resultado beneficiosas", y, en particular, a Argentina, donde, según dijo, el presidente Carlos Menem y su ministro de economía, Domingo Cavallo, estaban haciendo una gran labor de "aprovechamiento del ambiente de emergencia" que allí se respiraba para imponer un hondo y amplio proceso privatizador. Y por si los asistentes no habían entendido bien lo que había querido decir, Bruno añadió: "He puesto de relieve un tema muy importante: la economía política de las crisis profundas tiende a desencadenar reformas radicales que tienen luego resultados positivos".

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