9.19.2011

Ver sin reconocer

Una cosa es una percepción, una visibilidad, "clicheteada", como dice Peter Pál Pelbart, es decir, la visibilidad como consecuencia de un disciplinamiento que nos dice cómo y qué ver, en definitiva la visibilidad como consecuencia de una moral que trabaja por reconocimiento; y otra muy distinta es una percepción despojada del juicio, que opera más haciéndose preguntas que buscando confirmaciones. Una cosa es ver y confirmar lo que ya se sabe, y otra es tener una mirada que se pregunta más por lo que puede ser. Una visibilidad que se pregunta por lo que puede ser va a mirar lo mínimo porque se trata de algo que todavía no es del todo consistente. Mira desde la inquietud. Sospechamos que allí hay una diferencia importante. Si veo algo que puede ser pero aún no es, entonces me pregunto ¿qué veo?; si en cambio confirmo lo que sé, no hay espacio para hacer una pregunta. Ver como reconocimiento o ver como pensamiento.

Ahora, en el trabajo con los docentes que cursan la Diplomatura, no se trata de medir quiénes más sensible o distinguir si alguien es o no sensible, sino de percibir cuan atravesada está la sensibilidad por el pensamiento, porque de eso depende que alguien pueda elaborar, organizar ideas y hasta percibir mejor. La sensibilidad totalmente cargada de representaciones también pierde potencia. Y tal vez mucho de eso sea lo que se nos presenta cuando vemos a maestro realmente conmovidos pero en estado de impotencia, porque muchas veces la sensibilidad también está encorsetada en los modos representacionales de la escuela, de los alumnos, del rol, etcétera. Entonces con lo que se siente, con lo que se percibe, con lo que nos afecta, no podemos construir pensamiento, quedamos atrapados porque la vía de pasaje de la sensibilidad al pensamiento está obturada por las representaciones de lo que debería ser o esperarse. En este sentido, la idea de "volvernos contemporáneos", siguiendo a Agamben, cobra potencia como habilitadora de ese pasaje entre la sensibilidad y el pensamiento. Quizá podemos pensar esto a partir de la diferencia entre la emergencia y lo emergente. Una mirada acostumbrada a ver formas dadas, cuando no reconoce lo que ve, lo lee como una emergencia; en cambio, una mirada menos clicheteada puede leer lo emergente, lo que apenas intuye, lo que busca forma.

Cuando los espacios están saturados por un modo de percepción menos propio que "impuesto", por una mirada organizada socioculturalmente previa a nosotros y que nosotros aplicamos, solo registramos con esos anteojos. Estallar esas lentes, soportar la ceguera de no poder reconocer lo que se ve, es parte de nuestro trabajo.

El trabajo de romper los anteojos requiere, las más de las veces, de un acompañamiento, un sostén: el armado de un espacio de pensamiento en el que sea psible ir elaborando esa percepción, esa sensibilidad caótica, ya no en otra síntesis sinoen un trazado propio. La idea sería captar el conjunto de los signos disponibles para un proceso de pensamiento,. Signos que no sean obturados por el argumento, sino que alimenten el pensar y la elaboración de conceptos y de figuras que dinamicen nuestras prácticas.

No hay comentarios: