Cuando los individuos se enfrentan con el mundo con tanto valor, el mundo sólo los puede vencer matándolos. Y, naturalmente, los mata. El mundo quiebra a los individuos y en la
mayoría la fractura cicatriza, pero a los que no quieren dejarse doblegar, entonces a éstos el mundo los mata. Mata indistintamente a los muy buenos, a los muy dulces y a los muy valientes. Si uno no se encuentra entre éstos, también lo matarán, pero en este caso tardará más tiempo.
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