fascina la anécdota de aquel hombre a quien su mujer le pidió que escribiera un justificante para su hijo que había faltado a la escuela. Mientras ella se apura en los preparativos para salir con el niño rumbo al colegio, el hombre lucha en la mesa del comedor con el justificante: quita una coma, vuelve a ponerla, tacha la frase y escribe una nueva, hasta que la mujer, que está esperando en la puerta, pierde la paciencia, le arranca la hoja de las manos y sin ni siquiera sentarse garabatea unas líneas, pone su firma y sale corriendo. Era sólo un justificante escolar, pero para el marido, que era un conocido escritor, no había textos inofensivos y aun el más intrascendente planteaba problemas de eficacia y de estilo. Quise escribir el justificante perfecto, confesó el hombre en una entrevista, y no me extraña, porque escritor es aquel que se enfrenta al fracaso de escribir y hace de ese fracaso, por decirlo así, su misión, mientras los demás sencillamente redactan. Podemos estirar esa anécdota e imaginar a alguien que, soga en mano, a punto de colgarse de una viga del techo, se dispone a redactar unas líneas de despedida, toma un lápiz y escribe la consabida frase de que no se culpe a nadie de su muerte. Hasta ahí va bien la cosa, pero decide añadir unas líneas para pedir disculpa a sus seres queridos y, como es un escritor, deja de redactar y se pone a escribir. Dos horas después lo encontramos sentado a la mesa, la soga olvidada sobre una silla, tachando adjetivos y corrigiendo una y otra vez la misma frase para dar con el tono justo. Cuando termina está agotado, tiene hambre y lo que menos desea es suicidarse. El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella; tal vez uno de los resortes de su gesto fue la convicción de ser un escritor fallido y tal vez lo sea, como lo son todos aquellos que pretenden escribir el justificante perfecto, que son los únicos a quienes vale la pena leer. Escriben para justificar que escriben, la pluma en una mano y una soga en la otra.
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Palabras de artistas
12.14.2025
12.13.2025
Sobre las manos (Carta - Carver / Estela Figueroa - cómo quedaran mis manos)
CARTA
Cariño, por favor, mándame el bloc de notas que dejé en la mesita. Si no está,
mira debajo. O debajo de la cama. Está
por ahí. Si no es un bloc,
unas líneas garabateadas en trozos
de papel. Pero seguro que están por ahí. Tiene que ver
con lo que nos contó una vez nuestra amiga la doctora Ruth
sobre aquella anciana de ochenta y pico años,
«sucia y endurecida por la mugre», son sus palabras, tan poco
preocupada por sí misma que la ropa se le había pegado
al cuerpo y tuvieron que arrancársela
en la sala de urgencias. «Estoy tan
avergonzada. Lo siento», decía sin parar. El olor
de la ropa irritó los ojos de Ruth. Las uñas de la anciana
habían crecido tanto que ya se curvaban
hacia los dedos. Le costaba respirar, sus ojos
solo expresaban miedo. Pero, así y todo, fue capaz
de contarle a Ruth su historia. Había debutado
en la Madison Avenue, pero su padre la repudió
cuando bailó en París en el Folies Bergère.
Ruth y los que estaban de guardia en urgencias creyeron que deliraba pero les dijo cómo se llamaba su hijo, al que no trataba,
que era gay y que regentaba un bar gay en la ciudad. Y él lo confirmó
todo. Todo lo que había dicho la anciana era verdad. Luego sufrió un ataque al corazón y se murió en los brazos de Ruth.
Pero quisiera ver qué más anoté de lo que nos contó
Quiero ver si es posible recrear esa época de hace sesenta años en la que aquella joven desembarcaba en Le Havre, hermosa, decidida, dispuesta a triunfar
en el escenario del Folies Bergère, capaz
de echar la cabeza hacia atrás y de saltar a la vez, llevar plumas
y medias de malla, y bailar y bailar, los brazos entrelazados con los de las otras jóvenes del Folies Bergère, levantando la pierna en el Folies Bergère. Puede
que sea un bloc de tapas azules, el que
me regalaste a la vuelta de Brasil. Puedo ver
mi letra junto al nombre del caballo ganador en el hipódromo que había junto al hotel: Lord Byron. Pero me importa esa mujer,
no la suciedad, eso no me importa, ni siquiera cuando pesaba casi 150 kilos.
A la memoria no le importa dónde habita y se burla del cuerpo. <<Una vez aprendí algo sobre la identidad», dijo Ruth,
recordando sus años de prácticas. «Todos nosotros, jóvenes estudiantes de medicina,
boquiabiertos ante las manos de un cadáver. Ahí es
donde la humanidad
pervive más tiempo, en las manos.» Las manos de esa mujer.
Anoté
algo en ese momento, como si la estuviera viendo con las manos pegadas
a las esbeltas caderas, las mismas manos
que Ruth tuvo entre las suyas y no olvida.
Cómo quedarán mis manos - Estela Figueroa
¿Cómo quedarán mis manos
cuando muera?
¿En qué gesto inmóvil
como si un silencioso pintor
las hubiera acomodado?
¿Tratando de agarrar la taza de té frío
o la flor que un amigo piadoso traería
para endulzar la convalecencia?
O simplemente una a cada lado de mi cuerpo
hermanas como han sido
siempre
de mi vida
—poco propicias a la caricia
poco propicias al golpe
siempre distantes de mis emociones...—
Compatriotas,
júzguenlas con benevolencia.
Déjenlas como queden
no las fuercen al gesto del perdón.
Piensen que fueron las manos de una niña
que ya murió,
de una muchacha tímida
que murió también.
Y si quedaran crispadas:
piensen que su vida
—como la de ninguno de ustedes—
fue fácil.
12.07.2025
Épocas
Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas
benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan
estrellas ante las sombras del río…
Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,
el buen tono, la buena contemplación, el buen amor,
el buen humor, la buena razón y el buen apetito
con que los cuerpos abren las puertas del destino…
Hay épocas en que la poesía llora en la noche
con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza
sin estrépito, y corre hacia el infierno
con botas de gigante para sus pies deshechos…
Hay épocas en que la poesía no duerme
entre las sábanas almidonadas de la cultura,
debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,
entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,
en noticias policiales…
Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas
subversivas y los métodos piqueteros
(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y
el de invierno,
o cortar las rutas o cubrir de humo negro el cielo,
o morir de pobre,
en la soledad del silencio,
como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)
Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,
de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño
nos envuelve con su luz dorada
y sólo cambia que uno está más viejo…
Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:
¿Cuando lleguen los poetas del mañana,
los que anunciarán la alegría,
tendremos algo más para recibirlos
que tumbas de inocentes sin justicia
y la moneda de la vida jugada a cara o cruz?
11.09.2025
Avanzando hacia casa
AVANZANDO HACIA CASA
Dónde está Abu Fadi», se lamentó ella. ¿Quién me traerá a mi amado?»
The New York Times, 20/9/82
No quiero hablar de la topadora
y la tierra roja
que no llega a cubrir todos los brazos y las piernas
Ni quiero hablar sobre los gritos nocturnos
que llegaron hasta
los puestos de observación donde los soldados holgazaneaban
Ni quiero hablar de la mujer que metió
a su bebé en manos del extraño antes de que se la llevaran
Ni quiero hablar acerca del padre cuyos hijos
fueron baleados
en la cabeza mientras le cortaban su propia garganta ante
los ojos
de su esposa
Ni quiero hablar del ejército que encendió continuamente
bengalas en la oscuridad para que los otros pudieran ver
las espaldas de sus víctimas alineadas contra el paredón
Ni quiero hablar de los cuerpos amontonados y
el hedor
que no flotará
Ni quiero hablar de la enfermera violada una
y otra vez
antes de que la asesinaran en el piso del hospital
Ni quiero hablar de las balas de metralla que
no
se detienen en esa intensa trayectoria
Ni quiero hablar sobre el martilleo en las
puertas y
la rotura de ventanas y el arrastre de familias hacia
el mundo de los muertos
No quiero hablar de la topadora ni de la tierra roja
que no llega a cubrir todos los brazos y las piernas
ble eve
porque no deseo hablar sobre eventos indescriptibles
que son consecuencia de aquellos que se atreven
«a purificar» a un pueblo
de aquellos que se atreven
«a exterminar» a un pueblo
de quienes se atreven
a describir a los seres humanos como «bestias con dos pie
de aquellos que se atreven
<a limpiar>>>
«a apretar el nudo>>>
«a aumentar la presión militar>>>
<<<a rodear>> calles civiles con tanques
a aquellos que se atreven
a cerrar universidades
a abolir la prensa
a matar a representantes elegidos
por el pueblo que rechaza ser purificado
esos son aquellos de quienes debemos redimir
las palabras de nuestro origen
porque necesito hablar de mi casa
Necesito hablar del living
donde la tierra no es acosada ni golpeada hasta
una lápida
Necesito hablar acerca del living
en el que la charla será en mi idioma
Necesito hablar del living
donde mis hijos crecerán sin horror
Necesito hablar del living en el que los hombres
de mi familia de entre seis y sesenta y cinco años no son
conducidos a una redada que los lleva a la tumba
Necesito hablar acerca del living
en el que puedo sentarme sin pena sin lamentarme en voz por mis seres queridos
en el que no debo preguntar dónde está Abu Fadi
porque él estará sentado a mi lado
Necesito hablar del living
porque necesito hablar de mi casa.
Nací como una mujer Negra y ahora
me he convertido en una Palestina
contra la risa cruel del mal
hay cada vez menos living
¿y dónde están mi seres queridos?
Poema sobre la violencia policial
Decime algo
qué creés que pasaría si
cada vez que ellos matan a un chico negro
nosotros matáramos a un policía
si cada vez que ellos matan a un hombre negro
nosotros matáramos a un policía
¿pensás que disminuiría la tasa de accidentes?
a veces a la sensación le gusta sorprenderme cariño
vuelve a mi boca y estoy callada
como piletas olímpicas de la nieve
montañosa que corre bajo el sol
a veces pensando sobre la Casa 12 del Cosmos
o el modo en que tu oreja atrapa la punta
de mi lengua o los letreros que nunca he visto
como PELIGRO MUJERES TRABAJANDO
pierdo la conciencia de la bestial fea rabiosa
y repetitiva ofensa como cuando ellos me dicen
18 policías para someter a un solo hombre
18 lo estrangularon hasta la muerte en la posterior refriega (¿no
idolatrás la dicción de los poderosos? Someter
y refriega ¡oh!) y que el asesinato
que la matanza de Arthur Miller en una calle
de Brooklyn fue solamente un «accidente justificable» otra vez
(otra vez)
Gente teniendo accidentes alrededor del mundo
por tanto tiempo que yo calculo que lo único
seguro apropiado es un arma
estoy diciendo que la guerra no es para entenderla o repetirla
la guerra es para pelearla y ganarla
a veces a la sensación le gusta sorprenderme cariño
oculta/ lo bestial pero
no demasiado a menudo
decime algo
qué creés que pasaría si
cada vez que ellos matan a un chico negro
nosotros matáramos a un policía
si cada vez que ellos matan a un hombre negro
nosotros matáramos a un policía
¿pensás que disminuiría la tasa de accidentes?
Estos poemas
Estos poemas
son las cosas que hago
en la oscuridad
alcanzándote
quienquiera que seas
¿y
estás listo?
Estas palabras
son piedras en el agua
que pasa.
Estos versos escuálidos
son los desesperados brazos de mi anhelo y de mi amor
Soy una extraña
aprendiendo a adorar a los extraños
a mi alrededor
quienquiera que seas
quienquiera que yo pueda llegar a ser.
Regreso a Cracovia en 1880
Regreso desde las grandes capitales
a esta ciudad en un angosto valle bajo la catedral de la colina
con tumbas de reyes. A una plaza, bajo la torre
y ala trompeta que suena a mediodía, la nota
a medias porque la flecha de los tártaros
alcanzó una vez más al trompetista.
Y alas palomas. Y a las pañoletas chillonas de las mujeres que
[venden flores.
Y a los grupos de personas charlando bajo el pórtico de la iglesia.
Mi baúl de libros llegó, esta vez sin problemas.
Lo que sé de mi esforzada vida: que la he vivido.
Los rostros son más pálidos en la memoria que en los
[daguerrotipos.
No necesito escribir recuerdos ni cartas todas las mañanas.
Otros se ocuparán, siempre con la misma esperanza,
aun sabiendo que no tiene sentido, dedicamos a ello nuestras
[vidas.
Mi país seguirá siendo lo que es, el patio trasero de los imperios,
Seguirá alimentando su humillación con fantasías provincianas.
Salí una mañana a dar un paseo con mi bastón:
Los puestos de los viejos ocupados ahora por nuevos viejos.
Y por donde pasaban las chicas con sus vaporosas faldas
pasean ahora otras, orgullosas de su belleza.
Y chicos haciendo rodar sus aros durante más de medio siglo.
En un sótano un zapatero alza los ojos desde su banco.
Pasa un jorobado con su lamento oculto,
luego una dama elegante, viva imagen de pecados mortales.
Así es como perdura la Tierra, en todas las pequeñas cosas
y en la vida de los hombres, irreversible.
Y eso parece un alivio. ¿Ganar? ¿Perder?
¿Para qué? si el mundo nos va a olvidar de todos modos