12.14.2025

El justificante perfecto

 fascina la anécdota de aquel hombre a quien su mujer le pidió que escribiera un justificante para su hijo que había faltado a la escuela. Mientras ella se apura en los preparativos para salir con el niño rumbo al colegio, el hombre lucha en la mesa del comedor con el justificante: quita una coma, vuelve a ponerla, tacha la frase y escribe una nueva, hasta que la mujer, que está esperando en la puerta, pierde la paciencia, le arranca la hoja de las manos y sin ni siquiera sentarse garabatea unas líneas, pone su firma y sale corriendo. Era sólo un justificante escolar, pero para el marido, que era un conocido escritor, no había textos inofensivos y aun el más intrascendente planteaba problemas de eficacia y de estilo. Quise escribir el justificante perfecto, confesó el hombre en una entrevista, y no me extraña, porque escritor es aquel que se enfrenta al fracaso de escribir y hace de ese fracaso, por decirlo así, su misión, mientras los demás sencillamente redactan. Podemos estirar esa anécdota e imaginar a alguien que, soga en mano, a punto de colgarse de una viga del techo, se dispone a redactar unas líneas de despedida, toma un lápiz y escribe la consabida frase de que no se culpe a nadie de su muerte. Hasta ahí va bien la cosa, pero decide añadir unas líneas para pedir disculpa a sus seres queridos y, como es un escritor, deja de redactar y se pone a escribir. Dos horas después lo encontramos sentado a la mesa, la soga olvidada sobre una silla, tachando adjetivos y corrigiendo una y otra vez la misma frase para dar con el tono justo. Cuando termina está agotado, tiene hambre y lo que menos desea es suicidarse. El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella; tal vez uno de los resortes de su gesto fue la convicción de ser un escritor fallido y tal vez lo sea, como lo son todos aquellos que pretenden escribir el justificante perfecto, que son los únicos a quienes vale la pena leer. Escriben para justificar que escriben, la pluma en una mano y una soga en la otra.


12.13.2025

Sobre las manos (Carta - Carver / Estela Figueroa - cómo quedaran mis manos)

 CARTA


Cariño, por favor, mándame el bloc de notas que dejé en la mesita. Si no está, 

mira debajo. O debajo de la cama. Está

 por ahí. Si no es un bloc, 

unas líneas garabateadas en trozos 

de papel. Pero seguro que están por ahí. Tiene que ver 

con lo que nos contó una vez nuestra amiga la doctora Ruth 

sobre aquella anciana de ochenta y pico años, 

«sucia y endurecida por la mugre», son sus palabras, tan poco 

preocupada por sí misma que la ropa se le había pegado 

al cuerpo y tuvieron que arrancársela 

en la sala de urgencias. «Estoy tan 

avergonzada. Lo siento», decía sin parar. El olor 

de la ropa irritó los ojos de Ruth. Las uñas de la anciana 

habían crecido tanto que ya se curvaban 

hacia los dedos. Le costaba respirar, sus ojos 

solo expresaban miedo. Pero, así y todo, fue capaz 

de contarle a Ruth su historia. Había debutado 

en la Madison Avenue, pero su padre la repudió 

cuando bailó en París en el Folies Bergère.

Ruth y los que estaban de guardia en urgencias creyeron que deliraba pero les dijo cómo se llamaba su hijo, al que no trataba, 

que era gay y que regentaba un bar gay en la ciudad. Y él lo confirmó

todo. Todo lo que había dicho la anciana era verdad. Luego sufrió un ataque al corazón y se murió en los brazos de Ruth.


Pero quisiera ver qué más anoté de lo que nos contó 

Quiero ver si es posible recrear esa época de hace sesenta años en la que aquella joven desembarcaba en Le Havre, hermosa, decidida, dispuesta a triunfar

en el escenario del Folies Bergère, capaz

de echar la cabeza hacia atrás y de saltar a la vez, llevar plumas

y medias de malla, y bailar y bailar, los brazos entrelazados con los de las otras jóvenes del Folies Bergère, levantando la pierna en el Folies Bergère. Puede

que sea un bloc de tapas azules, el que 

me regalaste a la vuelta de Brasil. Puedo ver 

mi letra junto al nombre del caballo ganador en el hipódromo que había junto al hotel: Lord Byron. Pero me importa esa mujer,

no la suciedad, eso no me importa, ni siquiera cuando pesaba casi 150 kilos.

A la memoria no le importa dónde habita y se burla del cuerpo. <<Una vez aprendí algo sobre la identidad», dijo Ruth,

recordando sus años de prácticas. «Todos nosotros, jóvenes estudiantes de medicina,

boquiabiertos ante las manos de un cadáver. Ahí es

donde la humanidad

pervive más tiempo, en las manos.» Las manos de esa mujer.

Anoté

algo en ese momento, como si la estuviera viendo con las manos pegadas

a las esbeltas caderas, las mismas manos 

que Ruth tuvo entre las suyas y no olvida.


Cómo quedarán mis manos - Estela Figueroa


¿Cómo quedarán mis manos

cuando muera?

¿En qué gesto inmóvil

como si un silencioso pintor

las hubiera acomodado?

¿Tratando de agarrar la taza de té frío

o la flor que un amigo piadoso traería

para endulzar la convalecencia?

O simplemente una a cada lado de mi cuerpo

hermanas como han sido

siempre

de mi vida

—poco propicias a la caricia

poco propicias al golpe

siempre distantes de mis emociones...—


Compatriotas,

júzguenlas con benevolencia.


Déjenlas como queden

no las fuercen al gesto del perdón.


Piensen que fueron las manos de una niña

que ya murió,

de una muchacha tímida

que murió también.

Y si quedaran crispadas:

piensen que su vida

—como la de ninguno de ustedes—

fue fácil.




12.07.2025

Épocas

 Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas

benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan

estrellas ante las sombras del río…


Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,

el buen tono, la buena contemplación, el buen amor,

el buen humor, la buena razón y el buen apetito

con que los cuerpos abren las puertas del destino…


Hay épocas en que la poesía llora en la noche

con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza

sin estrépito, y corre hacia el infierno

con botas de gigante para sus pies deshechos…


Hay épocas en que la poesía no duerme

entre las sábanas almidonadas de la cultura,

debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,

entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,

en noticias policiales…


Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas

subversivas y los métodos piqueteros

(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y

el de invierno,

o cortar las rutas o cubrir de humo negro el cielo,

o morir de pobre,

en la soledad del silencio,

como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)

Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,

de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño

nos envuelve con su luz dorada

y sólo cambia que uno está más viejo…


Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:

¿Cuando lleguen los poetas del mañana,

los que anunciarán la alegría,

tendremos algo más para recibirlos

que tumbas de inocentes sin justicia

y la moneda de la vida jugada a cara o cruz?

11.09.2025

Avanzando hacia casa

 AVANZANDO HACIA CASA


Dónde está Abu Fadi», se lamentó ella. ¿Quién me traerá a mi amado?»


The New York Times, 20/9/82


No quiero hablar de la topadora


y la tierra roja


que no llega a cubrir todos los brazos y las piernas


Ni quiero hablar sobre los gritos nocturnos


que llegaron hasta


los puestos de observación donde los soldados holgazaneaban


Ni quiero hablar de la mujer que metió


a su bebé en manos del extraño antes de que se la llevaran


Ni quiero hablar acerca del padre cuyos hijos


fueron baleados


en la cabeza mientras le cortaban su propia garganta ante


los ojos


de su esposa


Ni quiero hablar del ejército que encendió continuamente


bengalas en la oscuridad para que los otros pudieran ver


las espaldas de sus víctimas alineadas contra el paredón


Ni quiero hablar de los cuerpos amontonados y


el hedor


que no flotará


Ni quiero hablar de la enfermera violada una


y otra vez


antes de que la asesinaran en el piso del hospital


Ni quiero hablar de las balas de metralla que


no

se detienen en esa intensa trayectoria


Ni quiero hablar sobre el martilleo en las


puertas y


la rotura de ventanas y el arrastre de familias hacia


el mundo de los muertos


No quiero hablar de la topadora ni de la tierra roja


que no llega a cubrir todos los brazos y las piernas


ble eve


porque no deseo hablar sobre eventos indescriptibles


que son consecuencia de aquellos que se atreven


«a purificar» a un pueblo


de aquellos que se atreven


«a exterminar» a un pueblo


de quienes se atreven


a describir a los seres humanos como «bestias con dos pie


de aquellos que se atreven


<a limpiar>>>


«a apretar el nudo>>>


«a aumentar la presión militar>>>


<<<a rodear>> calles civiles con tanques


a aquellos que se atreven


a cerrar universidades


a abolir la prensa


a matar a representantes elegidos


por el pueblo que rechaza ser purificado


esos son aquellos de quienes debemos redimir


las palabras de nuestro origen


porque necesito hablar de mi casa


Necesito hablar del living


donde la tierra no es acosada ni golpeada hasta


una lápida


Necesito hablar acerca del living


en el que la charla será en mi idioma


Necesito hablar del living


donde mis hijos crecerán sin horror


Necesito hablar del living en el que los hombres


de mi familia de entre seis y sesenta y cinco años no son


conducidos a una redada que los lleva a la tumba


Necesito hablar acerca del living


en el que puedo sentarme sin pena sin lamentarme en voz por mis seres queridos


en el que no debo preguntar dónde está Abu Fadi


porque él estará sentado a mi lado


Necesito hablar del living


porque necesito hablar de mi casa.


Nací como una mujer Negra y ahora


me he convertido en una Palestina


contra la risa cruel del mal


hay cada vez menos living


¿y dónde están mi seres queridos?

Poema sobre la violencia policial

 Decime algo

qué creés que pasaría si

cada vez que ellos matan a un chico negro

nosotros matáramos a un policía

si cada vez que ellos matan a un hombre negro

nosotros matáramos a un policía


¿pensás que disminuiría la tasa de accidentes?


a veces a la sensación le gusta sorprenderme cariño

vuelve a mi boca y estoy callada

como piletas olímpicas de la nieve

montañosa que corre bajo el sol


a veces pensando sobre la Casa 12 del Cosmos

o el modo en que tu oreja atrapa la punta

de mi lengua o los letreros que nunca he visto

como PELIGRO MUJERES TRABAJANDO


pierdo la conciencia de la bestial fea rabiosa

y repetitiva ofensa como cuando ellos me dicen

18 policías para someter a un solo hombre

18 lo estrangularon hasta la muerte en la posterior refriega (¿no

idolatrás la dicción de los poderosos? Someter

y refriega ¡oh!) y que el asesinato

que la matanza de Arthur Miller en una calle

de Brooklyn fue solamente un «accidente justificable» otra vez

(otra vez)

Gente teniendo accidentes alrededor del mundo

por tanto tiempo que yo calculo que lo único

seguro apropiado es un arma

estoy diciendo que la guerra no es para entenderla o repetirla

la guerra es para pelearla y ganarla


a veces a la sensación le gusta sorprenderme cariño

oculta/ lo bestial pero

no demasiado a menudo


decime algo

qué creés que pasaría si

cada vez que ellos matan a un chico negro

nosotros matáramos a un policía

si cada vez que ellos matan a un hombre negro

nosotros matáramos a un policía

¿pensás que disminuiría la tasa de accidentes?

Estos poemas

 Estos poemas



son las cosas que hago



en la oscuridad



alcanzándote



quienquiera que seas



¿y



estás listo?



 



Estas palabras



son piedras en el agua



que pasa.



 



Estos versos escuálidos



son los desesperados brazos de mi anhelo y de mi amor



 



Soy una extraña



aprendiendo a adorar a los extraños



a mi alrededor



 



quienquiera que seas



quienquiera que yo pueda llegar a ser.

Regreso a Cracovia en 1880


Regreso desde las grandes capitales


a esta ciudad en un angosto valle bajo la catedral de la colina


con tumbas de reyes. A una plaza, bajo la torre


y ala trompeta que suena a mediodía, la nota


a medias porque la flecha de los tártaros


alcanzó una vez más al trompetista.


Y alas palomas. Y a las pañoletas chillonas de las mujeres que


[venden flores.


Y a los grupos de personas charlando bajo el pórtico de la iglesia.


Mi baúl de libros llegó, esta vez sin problemas.


Lo que sé de mi esforzada vida: que la he vivido.


Los rostros son más pálidos en la memoria que en los


[daguerrotipos.


No necesito escribir recuerdos ni cartas todas las mañanas.


Otros se ocuparán, siempre con la misma esperanza,


aun sabiendo que no tiene sentido, dedicamos a ello nuestras


[vidas.


Mi país seguirá siendo lo que es, el patio trasero de los imperios,


Seguirá alimentando su humillación con fantasías provincianas.


Salí una mañana a dar un paseo con mi bastón:


Los puestos de los viejos ocupados ahora por nuevos viejos.


Y por donde pasaban las chicas con sus vaporosas faldas


pasean ahora otras, orgullosas de su belleza.


Y chicos haciendo rodar sus aros durante más de medio siglo.


En un sótano un zapatero alza los ojos desde su banco.


Pasa un jorobado con su lamento oculto,


luego una dama elegante, viva imagen de pecados mortales.


Así es como perdura la Tierra, en todas las pequeñas cosas


y en la vida de los hombres, irreversible.


Y eso parece un alivio. ¿Ganar? ¿Perder?


¿Para qué? si el mundo nos va a olvidar de todos modos