2.17.2024

RAZONES PARA VIVIR FELIZ - Ponge

 A todos los poemas deberíamos poder ponerles este título: "Razones para vivir feliz". Al menos para mí, los que escribo son en cada caso como la nota que intento registrar cuando de una meditación o de una contemplación brota en mi cuerpo el destello de unas palabras que lo refresca y lo decide a vivir por unos días más. Si llevo más lejos el análisis, veo que no hay otra razón para vivir sino porque primero están los dones del recuerdo, y la facultad de detenerse para gozar del presente, lo que significa considerar ese presente como quien considera por primera vez los recuerdos: es decir, guardar el goce presunto de una razón en estado vivo o crudo cuando acaba de ser descubierta en medio de circunstancias únicas que la rodean en el mismo segundo. Es el motivo que me hace agarrar mi lápiz. (Entendiendo que sin dudas uno no desea conservar una razón sino porque es práctica, como una nueva herramienta sobre nuestra mesa.) Y ahora tengo que decir además que lo que llamo una razón les podrá parecer a otros una simple descripción o un relato, o una pintura desinteresada e inútil. Y yo me justificaría de este modo: Dado que la alegría me vino por la contemplación,  el retorno de la alegría bien puede serme dado por su descripción. Tales retornos de la alegría, esos refrescamientos en la memoria de los objetos de sensaciones, son exactamente lo que llamo razones para vivir. Si las llamo razones es porque son retornos de la mente a las cosas. Sólo la mente puede refrescar las cosas. Advirtamos además que dichas razones son justas o válidas sólo si la mente retorna a las cosas de una manera aceptable para las cosas: cuando éstas no son lesionadas y, por así decir, cuando son descriptas desde su propio punto de vista.

Pero eso es un término, o una perfección, imposible. Si pudiera alcanzarse, cada poema les gustaría a todos y a cada uno, a todos y en cada momento como gustan y afectan los objetos de sensaciones en sí mismos. Pero no se puede: siempre hay una relación con el hombre... No son las cosas las que hablan entre sí, sino los hombres entre sí que hablan de las cosas y no podemos de ningún modo salir del hombre. Al menos, con un amasamiento, una primordial falta de respeto por las palabras, etc., deberíamos dar la impresión de un nuevo idioma que producirá el efecto de sorpresa y de novedad de los objetos de sensaciones en sí mismos.

Así, la obra completa de un autor más adelante podrá a su vez ser considerada como una cosa. Pero si lo pensamos rigurosamente de acuerdo a la idea precedente, no haría falta tampoco una retórica por autor, sino una retórica por poema. Y en nuestra época vemos esfuerzos en este sentido (cuyos autores son Picasso, Stravinsky, yo mismo: y en cada autor una manera por año o por obra).

El tema, el poema de cada uno de esos períodos corresponde evidentemente a lo esencial del hombre en cada una de sus edades; como las sucesivas cortezas de un árbol, que se desprenden por el esfuerzo natural del árbol en cada época.


1928-1929.

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