Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas
nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se
llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el
recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y
perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso,
adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o
aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara
que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a
poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros.
(Rayuela - Capítulo 21)
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