2.08.2014

Tesoros espirituales

¿Qué crees estar haciendo con la Oración de Jesús? —preguntó—. A esto es a lo que quería llegar anoche, antes de que me dijeras que me largase. Hablas de acumular tesoros, dinero, propiedades, cultura, conocimientos, etcétera, etcétera. Al recitar la Oración de Jesús, déjame terminar ahora, te lo ruego, al seguir recitando la Oración de Jesús, ¿no estás intentando acumular cierta clase de tesoro? ¿Algo que es tan malditamente negociable como todas las otras cosas más materiales? ¿O acaso lo cambia todo el hecho de que sea una oración? Con esto quiero decir, ¿significa toda la diferencia del mundo para ti el lado en que alguien amontona su tesoro, en este lado o en el otro? ¿En el lado en que no pueden entrar los ladrones, etcétera? ¿Es esto lo que cambia todo? Espera un momento, ahora, espera a que haya terminado, por favor. —Contempló unos momentos la tormenta de la esfera de cristal. Entonces—: Si quieres saber la verdad, hay algo en tu modo de rezar que me da escalofríos. Tú crees que mi intención es hacer que dejes de rezar. No sé si lo es o no (se trata de un punto muy discutible), pero me gustaría que me explicaras cuáles son tus malditos motivos para hacerlo. —Titubeó, pero no el tiempo suficiente para que Franny le interrumpiera—. Por simple lógica, para mí no existe diferencia entre el hombre que codicia tesoros materiales, o incluso tesoros intelectuales, y el hombre que codicia tesoros espirituales. Como tú dices, un tesoro es un tesoro, maldita sea, y me parece que el noventa por ciento de todos los santos históricos que han odiado el mundo era tan adquisitivo y poco atractivo, básicamente, como el resto de nosotros.

(Franny and Zooey)

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