1.19.2013

Instintos encontrados

Los psicólogos estadounidenses, N. F. Miller y J. Dollard, llevaron a cabo un experimento con ratas a las que se presentaba un "paquete" de manteca apetitosa y una desagradable descarga eléctrica. Las ratas daban vueltas alrededor de la fuente del mensaje ambivalente, incapaces de hacer nada racional (difícilmente podían hacer nada racional...). Los dos investigadores desarrollaron una teoría en 1941: en el punto donde hay un equilibrio entre "adiance" y "abiance" (tirar y empujar, atracción y repelencia; la atracción aumenta con el hambre, la repulsión aumenta con la proximidad del cable eléctrico), el desequilibrio mental y el comportamiento irracional son las reacciones más probables. Konrad Lorenz, para variar, experimentó con peces espinosos apiñados en un acuario que era demasiado pequeño para ellos y, por tanto, no tenían claro si se encontraban todavía en sus aguas territoriales (en cuyo caso el instinto los llevaría a luchar contra los intrusos) o en el territorio de otro espinoso (en cuyo caso, se irían). Ante señales tan contradictorias, incompresibles e imposibles de reconciliar, los peces levantaron la cola y enterraron la cabeza en la arena, incapaces de seguir ninguna de las dos pautas "racionales": incapaces de elegir entre atacar o escapar.

Ambos experimentos proyectan cierta luz sobre los fenómenos de la anorexia y la bulimia en la sociedad moderna líquida de consumidores, donde los "paquetes" de beneficios atractivos y efectos laterales detestables, así como la ambivalencia de las normas adscritas a situaciones de elección, son características comunes y permanentes. Uno podría decir incluso que, dadas las circunstancias, la anorexia y la bulimia son reacciones predecibles, si no fuera por un factor crucial ausente en las ratas o los peces: las formas asumidas por las reacciones humanas tienden a ser culturalmente inducidas y no determinadas por instintos innatos y, por tanto, inmunes a los caprichos de las normas culturales. Aunque la ambivalencia es el compañero constante de la condición existencial humana, las reacciones humanas con toda probabilidad no adoptarían la forma de trastornos relacionados con la comida si no fuera por la preponderancia actual del impulso "centrípeto" y la tendencia resultante a identificar le souci de soi (la preocupación por uno mismo) y  l'amour prope (autoestima) con el cuidado principal e incluso exclusivo del cuerpo: más exactamente, con el cuidado de la  fitness corporal, es decir, la capacidad del cuerpo de producir y absorber los placeres que puede ofrecer el mundo y los otros humanos que lo pueblan, y con el aspecto del cuerpo, pensado para atraer donantes potenciales de sensaciones placenteras.

La souci de soi,  reducida (o casi) al cuidado del cuerpo, lleva a los hombres y mujeres de la sociedad consumista a una situación similar a la de las ratas de Miller y Dollar y los espinosos de Lorenz.

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