12.08.2012

Gobernar a través del delito

Puesto que en la sociedad estadounidense, toda gobernanza, pública o privada, se produce en el marco de la estructura de alguna autoridad legal (de funcionarios públicos, pero también padres, empleadores o propietarios), y puesto que toda autoridad legal se basa, en última instancia, en la amenaza del ejercicio legal de la violencia en el marco de la justicia penal, toda gobernanza se logra "a través de" la amenaza implícita de que en algún momento la resistencia se convertirá en "delito".Esto sirve de contrapeso a la frecuente exaltación de las sociedades capitalistas liberales a las que se elogia por estar gobernadas sobre la base del consenso y con los instrumentos del libre intercambio. La diferencia que deseo señalar respecto de la forma en que la democracia norteamericana ha quedado deformada por la guerra contra el delito es en relación con las prioridades. En el silogismo convencional, el delito (y la violencia que el delito autoriza) suele ser un último recurso, el final de un camino de resistencia a la gobernanza legal.

Gran parte de la literatura reciente sobre el avance de las sanciones en Estados Unidos destaca el carácter autoritario de las prisiones y el papel que desempeña la justicia penal en la imposición de condiciones que favorecen una creciente desigualdad económica. No quisiera que se interprete que niego dicha característica de los encarcelamientos masivos. Pero a mi juicio es necesario analizar el fenómeno en términos políticos, en el mismo marco que las múltiples formas en que el delito regula las actividades autogobernadas de personas que no constituyen blancos de la represión de la justicia penal, pero que son ávidas consumidoras de herramientas públicas y privadas destinadas a combatir el riesgo del delito. De hecho, la relación entre estas dos caras de la gobernanza a través del delito, el Estado penal y el Estado de la seguridad, "la criminología del otro" y la "criminología del sí mismo" es lo que debemos desentrañar si queremos que la democracia norteamericana se sustraiga del vínculo que ha establecido con el delito en la modernidad tardía. Los procesos de encarcelamiento masivo y de protección de espacios públicos y privados son un reflejo de la lucha que libran los estadounidenses y sus organizaciones públicas y privadas para administrar la relación entre seguridad y libertad. Tal interpretación de la situación no implica que se deba aceptar los términos en que se plantea la relación en la actualidad, como si se tratara de respuestas inevitables de una sociedad democrática.

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